jueves, 7 de noviembre de 2013

Y tú compras tu pollo ¿con o sin arsénico?


Y tú compras tu pollo ¿con o sin arsénico?

7 de noviembre
Recuerdo hace unos días estar viendo un documental sobre las diferencias entre la comida orgánica y la producida comercialmente. Un ingeniero agrónomo enseñaba las hortalizas que se sembraban en su empresa. Fuera de ensalzar el sabor o la cantidad de nutrientes en los cultivos, el hombre se detenía en la estética de los alimentos: que si los pimientos deberían ser perfectamente cúbicos, los tomates redondos y brillantes, mientras que los a los pepinos se les exigía rectitud. Discurso estético, comercial y vacío, que exalta la necesidad por el consumo, dejando de lado el aspecto nutricional, que debería ser lo más importante a la hora de hablar de comida. Pese a lo absurda que me resultó su plática, la siguiente parte del video fue impactante: pollos en engorda que apenas podían mover sus, cada vez más, diminutas patas, hacinados en contenedores que se apilaban uno sobre otro. Una especie de ghetto aviar.
Hoy me entero que la FDA (Food and Drug Administration)  ha admitido que lo alimentos dados a los pollos contienen arsénico, el cual se conserva en la carne del animal y es consumido por humanos. Desde 2009 existían quejas acerca de los componentes químicos en la marca del aditivo para alimento: Roxarsone, producida por Alpharma LLC, subsidiaria de Pfizer ―sí, oyeron bien, la empresa farmacéutica―; en 2011 se retira de los estantes Estadounidenses el producto, aunque se seguirá comercializando en otros países (incluido el nuestro). Posteriormente, se comienza a vender el nuevo aditivo, Nitarsone  con una fórmula similar al del otro producto caído en desgracia.
La FDA se vio presionada a investigar el producto cuando, en 2011, un grupo de investigadores del Centro John Hopkins, en la Escuela Bloomberg de Salud Pública, mostró en un estudio realizado que los niveles de arsénico inorgánico eran cuatro veces más altos en los pollos alimentados con los aditivos que contenían arsénico, a diferencia de los pollos “orgánicos” que fueron criados sin agregados químicos.
Los productos con arsénico están diseñados para hacer al animal crecer más de lo habitual, mejorar el color de la carne y combatir parásitos. En el ser humano el arsénico, contenido en los alimentos, está relacionado con enfermedades del corazón, cáncer, problemas de aprendizaje, diabetes tipo 2 y embarazos riesgosos. Durante años, y aunque algunos productos se retiraron de la venta en EE.UU, la FDA y la Industria avícola negaron los efectos en la salud humana y permitieron que aditivos, con fórmulas similares, se siguieran comerciando. Este noviembre la FDA por fin admite las repercusiones en la salud humana. Mientras que los distribuidores de los productos buscan eliminar del mercado las marcas en Estados Unidos, se está sopesando la posibilidad de seguir con las ventas en países que no hayan sido regulados en la materia.
Piénsenle bien antes de comprar alimentos de grandes marcas. Quizás el comercio con pequeños distribuidores locales sea una opción más saludable. 


No hay comentarios.:

Publicar un comentario