Por
Alicia MAlicia.
8 de Noviembre
Hoy
por la mañana, en los minutos de ocio que dedico a ver novedades en Facebook,
apareció en mi muro una nota de un reconocidillo periódico de circulación
nacional, con el titular: “Chef Ridiculiza Cocina Mexicana”. Sintiéndome
atraída, morbosamente, hacia la nota la leí, esperando encontrar alguna burla
directa a la gastronomía nacional o algo por el estilo, pero no fue así.
Todo
el escándalo se produjo porque una mujer argentina salió en televisión haciendo
su versión de Tacos y tortillas, además de mal usar “la maquinita tortillera” (sí, esa redonda con una palanquita para
aplanar la masa), poniéndola al fuego cual comal. Total, la mujer hizo como
quiso sus tacos y, según esa misma nota, otros encabezados y comentarios que
pululan por mi muro, se armó el
merequetengue en las redes sociales: hogar de profetas, filósofos y críticos
absolutos autoproclamados, que se mostraron indignadísimos porque “destrozó una
receta mexicana”, “insultó nuestra gastronomía” y “es una vergüenza que
pisoteen nuestra cultura de esa manera”,
etc., etc.
Más
que sentirme indignada con la cocinera (sentimiento que, sospecho, tratan de
inducir en los lectores estos susodichos artículos), me dio pena ajena que algo
tan banal cause indignación a nivel nacional. Lo que, a su vez, me llevó a
pensar en otras cosas absurdas por las que la gente se siente: ¿qué digo
indignada?, casi casi agredida en su cualidad de ser humano, por ejemplo:
1. Porque alguien no te
saludó en la calle: ir caminando por la vía pública y que fulanito pase por un lado, a dos metros o incluso a 3 calles, y que
no te dedique aunque sea un ligero movimiento de cabeza, puede significar una
afrenta para muchas personas. Pero vamos, a veces caminamos con prisas, una
está pensando en otras cosas o, simplemente, estás oyendo música. La gente va
distraída y ni cuenta se da de lo que pasa a su alrededor. Además, si los
ignoran a propósito ¿qué más da? ¿Acaso tienen que ir acumulando saludos en la
calle, como Mario Bros monedas? Relájense.
2. Porque alguien dice
algo que no te gusta de tu religión/artista/película/lo que sea favorito:
a todos, alguna vez, nos ha dado coraje uno que otro comentario que hagan sobre
lo que nos gusta. Ni para qué hacerse hippies omnitolerantes, pero tampoco vas
a declarar la guerra porque dicen que: “Los Beatles le copiaron esa canción a
Glee”, es una sandez y, lo peor, es que ese punto también aplica en el caso
contrario. También sucede cuando a alguien no le gusta X cosa pero a otro sí,
expresándolo públicamente, o cuando a alguien no le agrada nadita lo que dices.
¡Puff!, nunca se le da gusto a nadie.
3. Porque te
borren/bloqueen de Facebook o cualquier red social:
Vale, sí, entiendo que ahora el mundo se mueve a través de internet y las
redes sociales son herramientas para
mantenerte en contacto con otras personas. Pero eliminar a alguien pareciera ser
peor insulto que decirle “P#ta mal parida” a su madre y a todas las mujeres de
su linaje. Ya sea que interactúes con ellos o no, da lo mismo, ahora la p#ta
mal parida eres tú por atreverte a
cortar “amistad” virtual.
4. Porque te callaron en
el cine: una de las cosas por las que evito los
días de promoción o prefiero ir a las últimas funciones de las películas es porque,
tristemente, es muy usual que haya personas que hablan al mismo volumen que la
película, y al momento de pedirles que guarden silencio se indignen, porque
“¿Quién carajos te crees para venirme a callar a mí?”, ”Eres una vieja
metiche”, “A ti que te importan mis conversaciones, ni que estuviera hablando
contigo”, “Total pague boleto para estar
aquí”. Sí, pagaste igual que los demás en la sala, y en algún momento todos
compartimos uno que otro comentario con nuestros acompañantes, pero si quieres
platicar ve a un café o a donde quieras. No te ofendas si te hacen saber que eres
la causa de que tus vecinos de butaca no alcancen a oír los diálogos, pero sí de
que se enteren que Perenganito dejo a
Menganita por Sutanita y sandeces por el estílo.
Estas
fueron unas cuantas de las razones por las que las personas se indignan. Si terminaste
de leer este artículo y estás indignado, favor de regresar al punto tres.
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